Famosa en el mundo entero por sus tintos, en Ribera del Duero también se elaboran blancos y rosados de gran calidad. Todos vinos capaces de maridar con distintos platos y ser los protagonistas de una comida y de la posterior sobremesa.
Creada en 1982, la Denominación de Origen Ribera del Duero es el paraguas de vinos elaborados en cuatro provincias castellanoleonesas: Burgos, Segovia, Soria y Valladolid. En esta amplia zona hay vestigios que indican que la costumbre de elaborar vinos se remonta a más de 2500 años, una herencia que, sin duda, se percibe en las referencias actuales. ¿Quieres darte un curso acelerado de riberas o darte un homenaje vinícola? ¡Toma buena nota de nuestras recomendaciones!
¿Sabes cuántas marcas de vino se comercializan con el sello de la Denominación de Origen? La friolera de 2225 marcas. Se dice rápido, pero llegar a a probarlas todas puede ocuparnos una vida entera.
Los vinos de la D.O. se dividen en tintos (de los que hay crianzas, reservas y grandes reservas); rosados frutales y muy refrescantes; blancos jóvenes (que destacan por su frescura y buena acidez) y blancos más complejos gracias a su paso por barrica y envejecimientos en botella.
Las uvas tintas permitidas en la Denominación de Origen son tempranillo (la más abundante y representativa), garnacha tinta, cabernet sauvignon, merlot y malbec. En cuestión de blancas, la albillo mayor, autóctona de la zona, es la mayoritaria y la que confiere a los ribera blancos ese toque tan especial.
Valtravieso se fundó en 1983, tan solo un año después de nacer la la Denominación de Origen. Es un vino de altura en tanto procede de viñedos situados a 915 metros de altitud, en uno de los páramos calizos más altos de Ribera del Duero.
Es un vino de intensos aromas a fruta madura y a su paso por el paladar se muestra afrutado y equilibrado.
Degústalo con un arroz seco de jabalí.
Estamos ante un clásico entre los clásicos con el que es imposible fallar. Muestra en nariz notas especiadas y aromas a frutos rojos maduros.
En boca es excepcional gracias a unos sabores a fruta confitada y a uvas pasas.
Tómalo con un codillo.
Es un vino de gran carga aromática en la que destacan frutas del bosque, regaliz y flores como la violeta. En segundo plano, también pimienta y toffe.
Sin duda, es un vino con volumen y de largo recorrido.
Marídalo con un cochinillo asado.
Tras este fabuloso vino está la firma del reputado enólogo danés Peter Sisseck y de su mano derecha en la bodega Carlos de la Fuente.
Tiene una gran presencia mineral en nariz, con algunos toques a violeta y regaliz negro. En boca se muestra con una estructura bien firme donde la fruta madura es la gran protagonista.
Disfrútalo al máximo con un estofado de buey a la bourguignon.
Es un vino muy agradable y perfecto para introducirse en los vinos rosados de Ribera del Duero. En nariz es goloso con notas aromáticas de fresa y pera.
Es sabroso y estructurado y en boca destaca la fruta y su agradable frescura.
Tómalo acompañando un lenguado a la meunière.
A la vista recuerda a los rosados de la Provenza debido a su clara tonalidad lo que contrasta con sus aromas potentes a fruta madura y especias dulces.
Resulta muy agradable en el paladar gracias a su sabor especiado y a una carnosidad que resulta envolvente.
Es un vino perfecto para acompañar un arroz caldoso con cardo y almejas.
En nariz muestra intensos aromas a fruta roja con un toque a hierba.
En boca es muy refrescante y con un final afrutado: es un vino goloso que invita a seguir bebiendo
Acompaña muy bien a una fideuá.
Con este vino, la bodega busca revalorizar los antiguos claretes de la zona. Esta elaborado con distintas uvas blancas y tintas de la D.O. y el resultado es un asombroso clarete con una gran capacidad de guarda.
En nariz tiene aromas frutales, balsámicos y tostados, y en boca muestra una gran jugosidad, una acidez muy marcada y un final con una ligera salinidad.
Disfrútalo acompañando un pollo guisado.
Procede de un viñedo de albillo con más de medio siglo de antigüedad manejado de forma sostenible y respetando los valores ecológicos.
Se fermenta en barrica y en nariz es muy fresco y elegante, con notas a frutas blancas y recuerdos a frutas de hueso. En boca es muy equilibrado y con un final persistente.
Pescados como el rodaballo al horno agradecen su compañía.
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