Retoma con tus hijos la tradición de esconder huevos de Pascua por la casa, el jardín... Disfrutarán casi tanto buscándolos y encontrándolos como después deleitándose con el chocolate del que están hechos.
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Tenemos que remontarnos al siglo IV para encontrar el origen de esta tradición. Según la norma cristiana, por aquel entonces, no se podían consumir huevos durante la Cuaresma por lo que la gente los guardaba y, llegado el domingo de Resurrección, debido a la sobreabundancia, los regalaban. Más tarde empezarían a decorarse con vivos colores y, en la actualidad, han derivado en dulces de chocolate con divertidos envoltorios para los más pequeños.
Marcas chocolateras como Ferrero, Amatller, Guylian o Simón Coll sorprenden cada año con imaginativas propuestas.
La Mona de Pascua, dulce típico de la Semana Santa, es un pastelito que lleva uno o varios huevos con la cáscara pintada. Con el tiempo, los huevos de gallina se han ido reemplazando por otros de chocolate. En la actualidad, las Monas de Pascua clásicas conviven con auténticas esculturas, obras maestras hechas en chocolate que pueden ser de grandes dimensiones.
Al igual que la historia del conejo de Pascua proviene de Centroeuropa, hay un dulce que es definitivamente nuestro: las torrijas. Tenemos constancia de ellas desde el siglo XV, y su origen se puede deber al sobrante de pan duro que había en la Cuaresma, en la que no se podía comer carne. Una rebanada de pan mojada en leche (o vino) con canela, rebozada en huevo y frita con aceite, y endulzada con azúcar, miel o almíbar. Una receta sencilla pero deliciosa que ahora puedes disfrutar de la forma más cómoda gracias a las torrijas que en estas fechas se elaboran artesanalmente en el Obrador de pastelería del Supermercado de El Corte Inglés.
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