Comenzaremos haciendo el sofrito. Para ello, picamos la cebolla en juliana y los pimientos en trozos menudos. En una cazuela calentamos el aceite y echamos las hortalizas, dejándolas pochar durante 20 minutos a fuego medio. Con cuidado de que no se tuesten, deben de quedar transparentes y blandas. Escurrimos el aceite del sofrito a un recipiente, dejándolo enfriar. Este se usará para elaborar la masa posteriormente.
Añadimos el tomate. Si es salsa ya preparada, lo dejamos cocinar unos tres o cuatro minutos; si son tomates naturales, los pochamos junto con las hortalizas durante 20 minutos a fuego bajo. Añadimos el bonito bien escurrido de su aceite y reservamos hasta que se enfríe.
Para hacer la masa, añadimos en un bol la harina. Desmenuzamos la levadura en un lado hasta hacerla migas (no hace falta disolverla en agua), y echamos en el lado contrario del bol la sal. Añadimos el aceite del sofrito frío, así como ¾ partes del agua (tibia o a temperatura ambiente). Mezclaremos con un cucharón hasta juntar los ingredientes para que se vaya formando una masa, a la que rectificaremos de agua si lo vemos necesario.
Volcaremos a una encimera enharinada ligeramente, e iremos amasando con las manos durante diez o quince minutos hasta lograr una masa con la textura aproximada a la masa de pizza o pan. Formaremos una bola y la colocaremos en un bol enharinado y tapada con un paño en un lugar templado durante una hora, hasta que doble aproximadamente su volumen.
Precalentamos el horno a 180 grados con calor arriba y abajo. Una vez pasado el tiempo, ponemos la masa en la encimera y apretamos ligeramente con los nudillos para desgasificar. Dividiremos la masa en dos partes, las boleamos de nuevo, las dejamos reposar cinco minutos para que pierdan la fuerza y las estiraremos en dos círculos (uno ligeramente más grande que el otro). Colocamos una de las partes encima de una bandeja de horno con papel sulfurizado.
Repartimos el relleno por esta base, tapamos con la otra parte y sellamos los bordes haciendo una especie de doblez, que podemos aplastar con un tenedor para que quede más segura. Con unas tijeras de cocina, abrimos un agujero en el centro que valga de chimenea y le pintamos la superficie con huevo batido y la leche. Horneamos durante cuarenta y cinco minutos o hasta que la veamos dorada.
Degustación
La empanada gallega de bonito y pimientos, por lo general, se debe de consumir en el mismo día de su preparación. Aunque si no sois muchos en casa siempre podéis enfilmar parte de ella y congelarla.
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