Aun estando en la época de más frío no hay excusa para no tomar frutas de temporada. No estamos en la estación de mayor esplendor frutero aunque haberlas, las hay, y su consumo tiene mucho que aportar. Una pista: el invierno es tiempo de cítricos.
El consumo de frutas entre la población general no llega al mínimo indispensable para mantener una dieta saludable. ¿Sabías que entre frutas y verduras deberías ingerir 400 gramos al día? La buena noticia es que en lo más crudo del crudo invierno sigue habiendo a tu disposición distintas frutas donde elegir y así poder llevar una dieta equilibrada.
Además, ¿has pensado todas las cosas buenas que provoca el consumo de frutas de temporada? Por un lado, se contribuye al cuidado del medio ambiente ya al cultivar frutas estacionales no se fuerza la producción alimentaria.
Por otro lado favorece la economía local, y ya desde un plano más hedonista, las en su temporada es cuando muestran sus mejores propiedades organolépticas. Hablando en plata: ¡es cuando están más buenas!
Y otro apunte: según la estación del año nuestro cuerpo necesita distintos nutrientes. Los alimentos propios de cada estación son los que, por naturaleza, nos aportan una mayor cantidad de los nutrientes que necesitamos.
Esto es un hecho comprobable: las frutas en temporada resultan más económicas que en otro momento del año, y aunque en la frutería encontramos (casi) de todo, en invierno las frutas de temporada son las que te enumeramos. ¡Dales presencia en tu dieta!
El limón es una fruta asiática que llegó a Europa gracias a los romanos, en torno a cien años antes de Cristo, y los cultivos en España comenzaron uno 500 años después.
Es muy habitual su uso en distintas presentaciones de repostería y platos salados, también en helados y sorbetes. Puede usarse para aliñar, también para aderezar infusiones. Eso sí, no conviene abusar de su consumo ya que es astringente y muy ácido, lo que puede provocar algún trastorno intestinal.
Su adición en postres es bastante habitual: una mousse de limón puede ser irresistible.
La mandarina, que se cultiva en China e India desde hace más de tres mil años, empezó a cosecharse en Europa hace relativamente poco: en el siglo XIX. Es una fruta de sabor delicioso gracias a su mezcla de dulce y ácido, además es muy fácil de comer: no requiere nada más que las propias manos para comerla. Eso sí, quitarse el olor a mandarina es algo más complicado. El truco está en frotárselas con bicarbonato y lavárselas después.
Como todos los cítricos es muy rica en vitaminas y su temporada discurre durante los meses de invierno. De hecho, el mandarino es el árbol de cítricos más resistente al frío.
Además de sola, puedes comerla en distintas recetas. En este caso, te proponemos un suflé.
Es el cítrico más producido del mundo y se cree que puede ser un híbrido de mandarina y toronja. Es rica en vitamina C, en antioxidantes y fibra.
Es una fruta que se conserva muy bien a temperatura ambiente: al menos durante un par de semanas luce lozana y fresca. Además sirve para elaborar muchas preparaciones: helados, mousses, repostería… También platos salados a los que aporta estupendos matices, quedando estupendamente con carnes blancas como el solomillo de cerdo.
Además de la naranja de mesa, en enero también es temporada de la naranja sanguina, una variedad muy apreciada en Italia (de hecho es la más cultivada) y de naranja agria, que procede el tipo de naranjo del que se obtiene el agua de azahar, y es la variedad preferida para preparar mermelada.
Estamos ante otro cítrico que, como no podía ser de otra manera, tiene un perfil nutricional muy recomendable. Es muy rico en minerales, también en ácido fólico y en antioxidantes. Tiene vitamina A, vitaminas del grupo B y, por supuesto, vitamina C, tan común en todos los cítricos. El pomelo es un híbrido entre naranja dulce y toronja (cítrico tropical) que se creó en el Caribe en el siglo XVIII.
El pomelo, además de ácido, es amargo con lo que muestra un perfil sápido algo distinta a los cítricos más populares (naranja, mandarina y limón). Su original sabor está muy valorado en coctelería. Como muestra, te compartimos un irresistible cóctel.
Aunque el kiwi lo popularizaron productores neozelandeses, su origen lo encontramos en China. Es la baya de una planta trepadora y es un fruto extremadamente rico en vitamina C (que no cura el resfriado pero ayuda a que nos contagiemos menos) y muy adecuado para regular el tránsito intestinal. Su temporada en nuestro país abarca los meses más fríos, y se produce en zonas como Galicia.
Además de consumirse solo, puede formar parte de una macedonia de frutas o, incluso, ser ingrediente de un dulce. El calor no le va muy bien en tanto desluce su color y le hace perder todo atractivo visual.
Este fruto tiene su origen en Centroamérica aunque hace años que se cultiva en nuestro país. La temporada del aguacate español discurre entre el otoño y el invierno.
Aunque es un fruto muy calórico es cardiosaludable gracias a su contenido en ácido oleico. Tiene un perfil nutricional muy interesante: proteínas, fibra, vitaminas A, C y E, antioxidantes y una buena colección de minerales que incluye potasio, magnesio, hierro y calcio, entre otros.
Normalmente se consume en crudo pero también puede servirse marcado a la plancha o a la brasa.
Si se compra verde, hay que dejarlo madurar a temperatura ambiente. Envuelto en papel de periódico se acelera su maduración.
Relleno como entrante es siempre una buena idea.
Para regocijo de los muy fruteros, la temporada del plátano de Canarias es todo el año.
El plátano es una fruta que está bien protegida por su gruesa piel y f continúa madurando después de su recolecta. Para una buena conservación, no hay que meterlo en la nevera ya que el frío lo ennegrece.
Es una fruta energética y nutritiva, muy rica en minerales (es una muy buena fuente de potasio), con provitamina A, vitaminas C y K y glúcidos. Su gran cantidad de potasio ayuda a reducir y controlar la tensión arterial y a combatir la fatiga. También favorece la digestión y combate el estreñimiento.
Además de tomarlo solo, se usa en repostería como, por ejemplo, en una tartaleta.
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